“Estuvo
también algo turbada la luz con una especia de Niebla que disipó el Norte,
aunque no enteramente. A las 9 y media poco más, precediendo un rumor sordo, dio
principio a temblar blandamente la tierra, lo que fue creciendo hasta una
notabilísima violencia que subsistió de 7 a 8 minutos. Las ruinas en Iglesias,
Conventos y Casas fueron graves: del Templo de San Juan Bautista se separó la
torre, y con sus vaivenes golpeo ocasionó desunirse la Bóveda y abrirse dos de
sus paredes maestras, varias claraboyas, y algunos Arcos. En la Parroquia de
San María cayó el Capitel de la torre, y quedó esta próxima a derruirse; la de
San Miguel se mandó derribar del mismo modo que la Parroquia de San Sebastián.
En el
Convento de Capuchinos se corrió el tejado de la Iglesia, y hubo otros
perjuicios, igualmente que en de San Agustín, y en el de Recoletos Franciscos;
en el de los Observantes cayó la vivienda de los Coristas, con otras cinco
celdas, se lastimó la Iglesia y hendieron algunas paredes; en el de San Domingo
no faltaron estragos, singularmente en el Claustro y en la Capilla de nuestra
Señora del Rosario, bien que en esta sin muerte ni herida alguna, no obstante
lo expuestos que estuvieron el Religioso que celebraba la misa, y el concurso
numeroso que asistía a ella. De las Casas será preciso apear muchas y componer
otras. En los días siguientes se observaron varios fenómenos lucientes del
Oeste al Sur, y se repitió el terremoto el 8 a la misma hora, aunque
levemente”.
MARTÍNEZ
SOBRES, José Manuel: Los efectos en España del terremoto de Lisboa (1 de
noviembre de 1755), Ministerio de Fomento - Dirección General, Instituto
Geográfico Nacional, Madrid 2001, pp. 707-708.
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